A mi madre
Estando en su cama, la luz del nuevo día entraba en su cuarto. Tras la ventana escuchó la voz de su amado y no pudo resistirse a sus encantos. Apagó la radio, y entonces al oído, muy bajito, la voz le susurró:
«Levántate amor mío, hermosa mía y ven, ven a descansar conmigo a una tierra que mana leche y miel, donde no hay llanto, ni dolor, ni sufrimiento. Una tierra donde el invierno ya ha pasado, se han ido las lluvias, donde brotan la flores en medio de los campos y se escucha el cantar de los pájaros, donde el aroma de la higuera es embriagante, y en la que te esperan impacientes tantas personas a las que quisiste y que me siguieron antes que tú”
Entonces ella, siempre con la paz que permite la escucha, dejó su rosario de color granate, cerró su libro verde de oraciones, ya desgastado del uso, giró su cabeza hacia la ventana y, no pudiendo resistirse a la voz de su amado, nos dejó.
Isa
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Aprés du rêve. Fauré. – (3:09) http://youtu.be/MJZIDgHJHQc