«Misericordia, Dios mío, por tu bondad por tu inmensa compasión borra mi culpa «. Sal 51, 3
Una de las definiciones del diccionario sobre la palabra misericordia es: “La misericordia es una pieza en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente medio sentado sobre ella, cuando se debe estar de pie”. La misericordia de Dios tiene que ver bastante con esta definición, porque deja que descansemos disimuladamente cuando deberíamos estar en marcha.
Dios es la misericordia, y su amor hace la “vista gorda”ante nuestras debilidades. Dios disimula y aparta la mirada para no cargarnos la conciencia, y así sentir menos el yugo de la flaqueza de nuestro ser.
Un gran amigo me explica la etimología latina de la palabra misericordia: Cor, cordis significa corazón, y miser, misera, miserum, significa el miserable, es decir el necesitado, el indigente, el pobre, el desgraciado, etc. La palabra misericordia, por lo tanto, en nuestro idioma es algo así como «corazón para el necesitado». Por otra parte, me dice que la raíz de esta palabra en hebreo es la misma que la palabra útero, entraña femenina o maternal. Esto me enseña que la misericordia de Dios es maternal, tiene que ver con lo entrañable, supone un acercamiento de un corazón a otro corazón.
Ser misericordioso es ser corazón o entraña caliente para el que lo necesita.
El efecto la misericordia de Dios debería infundir en nosotros entrañas de misericordia. Dios no quiere que miremos tanto hacia arriba buscándole, si no que nos pide que dirijamos nuestros ojos al que tenemos al lado, y apliquemos nuestras fuerzas en amarle desde las entrañas, porque así es cuando le veremos a Él. Dios pide para los demás y nunca para Él, «Misericordia quiero que no sacrificios», dice Su palabra en boca de profetas.
Allá en el monte, dijo Jesús: “Bienaventurados los misericordiosos”, es decir aquellos con entrañas capaces de conmoverse por la debilidad de los demás, de compartir su desdicha y salir impulsado en su ayuda. Y continúa diciendo: “porque ellos alcanzarán misericordia”, porque ellos se llenaran del amor, la ternura, la gracia y la clemencia de Dios.
Las palabras de Lope cantan entrañablemente la misericordia de Jesús: «¿Qué tengo yo que mi amistad procuras, qué interés te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras?»
Isa
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