Mansos

Chica con sombrero mirando al suelo

«Bienaventurados los mansos»

Dice el diccionario que manso es aquel de condición benigna y suave. Añade, que si se trata de un animal es aquel que no es bravo. Completa su definición con los sinónimos de apacible, sosegado, tranquilo. Y termina apuntando que manso también es aquel ganado que sirve de guía a los demás.

A Jesús le definen las escrituras como el manso cordero. Jesús es el cordero que nos sirve de guía a todos. En él se cumplen todos los adjetivos que indica nuestro sabio diccionario:

Jesús fue benigno, pues su bondad es la de Dios, por tanto infinita. 

Jesús es suave, condición que posee el que trata al otro sin violencia, atinando con la palabra y el gesto oportuno para llegar a su fibra más profunda.  Jesús es la suave mirada del amado.

Jesús fue apacible, sosegado y tranquilo, lo que no indica que no se encrespara de vez en cuando, cosa que sabemos que sí lo hizo algunas veces. Jesús  tenía la mano de Dios reposando en su espíritu divino.

María representa también la verdadera mansedumbre,  la humildad, es decir la capacidad de reconocer la realidad de uno mismo en el entorno que le rodea, con los pies en el suelo. 

Esta bienaventuranza continúa diciendo: «porque ellos poseerán en herencia la tierra.»

Dicen las bienaventuranzas que el manso, humilde, apacible, sosegado, no violento y paciente, heredará la tierra. La tierra de la cual habla creo que debe ser aquella que mana leche y miel. Es la tierra prometida a la humanidad, y en su nombre a Abrahán, como persona que deja su tierra para llegar a la tierra donde se encuentra la esencia de Dios y, mansamente, el olvido de uno mismo.  

«Bienaventurados los mansos, los humildes, los no violentos, los pacientes, porque ellos poseerán en herencia la tierra»

Isa


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