Dios creó lo visible y lo invisible.
Irrumpió en la historia con Jesús, su imagen visible.
Dios envió a Jesús, visible y real, nacido dentro de una familia, en un pueblo, con unos amigos, una profesión, unas circunstancias históricas y un mensaje para transmitirnos. Jesús por medio de este mensaje, reflejado en su vida, desentrañó a su Padre, el eterno invisible. Dicen las escrituras, «por su obra se conoce al creador», por eso todo lo que tiene que ver con Jesús, transmite cómo es Dios.
La realidad de Jesús habla a la realidad de nuestras vidas. Con mansa voz, sin quebrar y sin violencia, Jesús indica a sus seguidores que los buenos sentimientos tienen que pasar a la acción. Y la acción tiene efectos visibles.
El evangelio nos enseña que la misericordia de Jesús fue visible y que la nuestra también debe serlo.
Isa