“No desplazarás los mojones de tu prójimo”.
Deuteronomio 19, 14
El límite es el término de una extensión, es la línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios, dos espacios. Es el fin de algo, es el marco que lo determina.
Dios nos dio un cuerpo a cada uno, cuerpo que es el límite de nuestro yo. Gracias a él, nuestro YO no ocupa todo el espacio exterior que quisiéramos.
El amor de Dios respeta los límites y carece de límite. Es perfecto, es respetuoso y además no se impone. Sugiere unos límites a nuestra libertad para que lleguemos a la felicidad. Nosotros les hemos puesto el nombre de mandamientos, pero realmente son normas marco para la convivencia feliz y en armonía mediante el respeto al otro y a uno mismo. Limitan nuestro YO en beneficio de todos.
Las manos de Dios son como las orillas de un río que nos encauzan para que podamos llegar a contemplar la grandeza del mar. Él quiere que las nuestras estén abiertas respetando al otro, respetando sus límites.
Isa