Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito estad siempre alegres. Carta a los Filipenses 4, 4
La alegría es un don precioso, es el reflejo de Dios sobre cada uno de nosotros.
La alegría salta a la vista, es un lenguaje universal reconocible por su sencillez.
La alegría se alimenta de esperanza y amor. Dicen las escrituras que no debemos de caer en el abandono a la tristeza, porque ese no es el camino hacia Dios.
La alegría es un regalo de Dios y un fruto madurado en cada uno de nosotros por el espíritu. «El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia y dominio de sí.» Carta a los G´alatas 5, 22
La alegría es contagiosa, como los virus, y su compañía es píldora de felicidad.